miércoles, 7 de enero de 2015

LA LEY DEL MAESTRO

LA LEY DEL MAESTRO
El maestro eficaz siempre enseña de lo que fluye de una vida  plena. La ley del maestro es la siguiente:
Si  deja de crecer hoy, dejará de enseñar mañana

Ni la personalidad ni la metodología pueden sustituir este principio. Usted no puede comunicar desde un vacío. No puede impartir lo que no posee.  Si no lo conoce verdaderamente, no lo puede dar. Como maestro soy primeramente un estudiante. Debo seguir creciendo y cambiando. Si bien, la Palabra de Dios no cambia, sí  mi comprensión de la  misma porque soy un individuo en desarrollo. Por ello Pedro nos dijo al final de su segunda epístola “Antes bien, creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo”.

Esta filosofía requiere cierta actitud – la actitud que reconoce que uno todavía no ha alcanzado la cúspide. La persona que aplica este principio siempre se pregunta: ¿Cómo puedo mejorar? Considérelo de la siguiente manera: Mientras vive, aprende; y mientras aprende, vive. En la búsqueda de buenos maestros  siempre se busca personas que sean fieles, que estén disponibles  y que estén dispuestos a ser instruidos. Lo que tienen en la cabeza no es el factor determinante.

La enseñanza eficaz viene de una persona cambiada. Mientras  más cambie, más se convertirá en instrumentos de cambio en la vida de otras personas. Si quiere convertirse en un agente de cambio, también usted debe de cambiar. Las  personas más entusiastas que conocemos, son personas que nunca han dejado de aprender.

SU DIMENSIÓN INTELECTUAL
Hay tres sugerencias para ayudar la dimensión intelectual de la vida:

1. MANTENGA UN PROGRAMA CONSTANTE DE ESTUDIO Y LECTURA
No sólo se dedique a leer libros, sino también a estudiar a personas. Los dos factores que le influenciarán más en su vida  son los libros que lee y las personas que lo rodean.

2. MATRICÚLESE EN CURSOS DE EDUCACIÓN CONTINUA
Cursos que no sólo le ayuden al contenido de su enseñanza, sino también  que le ayuden en su habilidad para enseñar. El curso más importante de su programa  personal debe de ser el estudio de la Biblia.

3. CONOZCA A SUS ESTUDIANTES
Conviértase en una autoridad respecto a las características y necesidades generales  de las personas de la edad  que usted instruye.

SU DIMENSIÓN FÍSICA
Muchas veces se descuida esta área de la vida. ¿Están sus finanzas bajo control? ¿Qué de sus posesiones materiales? ¿Qué perspectiva tiene en cuanto al uso del tiempo? ¿Tiene control de él? ¿Está su vida sexual bajo control, aun en el contexto de una sociedad inmunda en la que vivimos? ¿Qué efecto tiene el hecho que usted sea cristiano sobre las cosas que piensa? ¿Cómo anda su dieta? ¿Qué de sus ejercicios? ¡Podrían agregarle de cinco a quince años de ministerio! Y por último, usted también necesita descansar – y no solo dormir sino experimentar un cambio de ritmo.

SU DIMENSIÓN SOCIAL
¿Cómo anda la dimensión social de su vida? ¿Sólo comparte con los bautistas? ¿Tiene amigos no cristianos? ¿Conoce a personas perdidas? ¿Y, qué de tener amigos de diferentes edades? ¿Conoce algunos adolescentes? ¡La mayoría de nosotros les tenemos pánico!

Así que, enriquezca su círculo de amistades. Permítame darle una prueba de un amigo íntimo. Es alguien que:
… sabe todo de usted y aun así lo acepta;
… escucha hasta las ideas más herejes, sin rechazarlo;
… y, sabe cómo criticarlo de tal forma que usted escuche.

CONCLUSIÓN
La amenaza más grande que un buen maestro enfrenta es la satisfacción; dejar de preguntarse continuamente: “¿Cómo puedo mejorar?”

Como con toda evaluación, cualquier autoexamen debe basarse en tres preguntas:
(1) ¿Cuáles son mis puntos fuertes? (2) ¿Cuáles son mis debilidades? (3) ¿Qué tengo que cambiar?

En la actualidad, personas no tienen idea de por qué Jesucristo vino a visitar nuestro planeta, y que tampoco saben que la Biblia tiene respuestas a sus problemas. Lo que necesitan es ver hombres y mujeres que conozcan la Palabra viva de Dios, que sean estudiantes constantes de ese Libro, y se dejen asir de él para madurar y así odiar lo que Dios odia y amar lo que Dios ama. Y a medida que ellos mismos hagan suya esa verdad, y ella comience a transformarles.... ellos harán un impacto.[1]



[1] Hendricks, H. (2003). Enseñando para Cambiar Vidas. Miami, FL: Editorial Unilit

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