Como maestro eficaz, usted no
sólo debe de conocer lo que intenta
enseñar, sino también a quienes desea
enseñar. Usted no está
interesado en inculcar principios; usted quiere contagiarlos para que ellos estén tan emocionados con los principios como lo está usted.
La ley de la educación es:
“La
manera en que las personas aprenden, determina cómo usted enseña”.
La verdadera
función del maestro es crear las
condiciones más favorables para el autoaprendizaje. La verdadera enseñanza no es la que imparte conocimiento, sino la
que estimula a los alumnos a obtenerlo. Es posible decir que quien
enseña mejor es quien enseña
menos.
La última
prueba de la enseñanza no es lo que usted hace o lo bien que lo hace, sino qué y cómo lo
hace el estudiante. Los buenos maestros no deben de
enfocarse en lo que ellos hacen, sino en lo que sus estudiantes están haciendo.
En la enseñanza debemos tener objetivos bien
definidos:
1. ENSEÑE A LAS PERSONAS CÓMO PENSAR
Si quiere cambiar a una persona permanentemente, asegúrese de cambiar su manera de
pensar y no sólo su conducta. Si
sólo cambia su conducta, él no entenderá por qué la cambió. Resulta ser un
cambio superficial, y por lo general de corta vida.
2. ENSEÑE A LAS PERSONAS CÓMO APRENDER
Desarrolle estudiantes que sepan perpetuar el proceso aprendizaje
por el resto de sus vidas. Piense
por un momento qué involucra el
aprendizaje. Aprender es siempre un proceso. Se está realizando todo el
tiempo. Cada momento que usted vive. Deje de aprender hoy y dejará de vivir
mañana.
3. ENSEÑE A LAS PERSONAS CÓMO A TRABAJAR
Este concepto nos regresa al principio de nunca hacer por el estudiante lo que él
puede hacer por sí mismo. Si lo hace hará de él o ella un incapacitado.
Nunca olvide que su tarea es desarrollar
personas que sean autodirigidas, que
sean disciplinadas, que hagan lo que hacen porque ellos deciden hacerlo.
Si va enseñar
a, los estudiantes a pensar, aprender, trabajar, entonces ayúdelos a dominar cuatro habilidades básicas: Leer, escribir, escuchar y hablar.
EL FUNDAMENTO LLAMADO FRACASO
El fracaso es
una parte necesaria en el proceso del
aprendizaje .Recuerde que los discípulos fueron enviados de dos en dos y lo están pasando muy bien. Vuelven a Jesús y le dicen: “Señor, aun los demonios se os sujetan”. Pero un día se enfrentaron a un caso difícil. No les ha sido posible sacarle un demonio a un niño.
El padre del niño, desesperado va donde Jesús y le dice: “Fui a tus discípulos pero no pudieron”. Así que Jesús saca el
demonio. De seguro, los discípulos llamaron a un lado a Jesús y le dijeron qué
pasó y el Señor les contesta que estos demonios salen con oración y ayuno. Como
sucede a menudo el fracaso les proporcionó
a sus discípulos una de sus mayores experiencias de aprendizaje.[1]
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