jueves, 9 de agosto de 2012

EL LLAMADO DEL DR. DUFF


EL LLAMADO DEL DR. DUFF

El doctor Alejandro Duff, el gran misionero veterano de la India, regresó a Escocia para morir, y al hallarse frente a la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana, hizo su llamado, pero no encontró respuesta.
En la mitad de su llamamiento, se desmayó y fue retirado de la plataforma. El médico se inclinó sobre él, examinándole el corazón. Abrió los ojos:
—¿Dónde estoy? —Exclamó— ¿Dónde estoy?
—Estése quieto —dijo el médico—, su corazón está muy débil.
—Pero—exclamó el antiguo luchador—, ¡tengo que terminar mi llamado! Llévenme nuevamente. Llévenme nuevamente. No he terminado aún mi llamado.
—Estése quieto —repitió el médico—, está muy débil para volver.
Pero el anciano misionero se esforzó por ponerse en pie, su determinación venció su debilidad y, con el médico a un lado y otro ayudante por el otro, el luchador de cabello blanco fue conducido nuevamente a la plataforma y mientras ascendía por los escalones del púlpito, toda la asamblea se puso de pie en su honor; luego continuó su llamado:
Cuando la reina Victoria llama por voluntarios para la India—exclamó—, cientos de jóvenes responden; pero cuando llama el rey Jesús, nadie acude.
Hizo una pausa, y retomó el discurso:
—¿Es cierto—preguntó— que Escocia ya no tiene hijos para dar a la India?
Nuevamente hizo una pausa.
—Muy bien —concluyó—, si Escocia ya no tiene jóvenes para mandar a la India, entonces, anciano y gastado como estoy, yo regresaré, y si no puedo predicar me recostaré en las costas del Ganges y allí esperaré morir, para que sepa la gente de la India que por lo menos hay un hombre en Escocia que tiene suficiente interés por sus almas y que está dispuesto a dar su vida por ellos.
Al instante varios jóvenes de entre la asamblea se pusieron de pie y gritaban:
—¡Yo iré! ¡Yo iré! ¡Yo iré!
Después de haber partido de este mundo el famoso misionero, muchos de esos mismos jóvenes fueron por los caminos de la India, para entregar sus vidas como misioneros, como resultado del llamado que Dios hiciera por medio del doctor Duff.
Amigo mío, ¿quieres ir? ¿Te ha hablado Dios? ¿Has percibido su llamado? ¿No contestarías:
«Señor, heme aquí, envíame a mí?» (Isaías 6.8). Y si no puedes ir, ¿enviarías a un reemplazante? La decisión queda contigo.
¿Por qué ha de escuchar alguno dos veces el evangelio antes de que todos lo hayan escuchado una vez?


‘Pasión Por Las Almas’ -Oswald J. Smith