"El Padre de los Misioneros Bautistas"
1788 - 1850
1788 - 1850
NACIMIENTO:
Massachussets en 1778 en el seno de una familia cristiana.
PADRES: Adoniram Judson, Sr. y Abigail Brown Judson.
MUERTE:
Falleció en 1850 y su cuerpo fue entregado al mar.
COMIENZOS:
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A la edad de tres años dominaba la lectura
como para leer fluidamente la Biblia.
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A los diez años, ya sabía griego y latín.
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Egresó como el mejor alumno de su promoción en la Universidad de
Brown.
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Se fue convirtiendo en un ateo absoluto
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Una noche, se dirigió a Sheffield y se hospedó en la posada de un
pueblito donde nunca había estado antes. Estaba al lado de un joven que estaba
muy enfermo, a punto de morir. El joven había muerto al amanecer. La primera
cosa que se le vino a la mente fue: «Él no
creía en Dios; él no era salvo; él está en el infierno». Desde entonces
todas sus dudas acerca de Dios y de la Biblia se desvanecieron. No pasó mucho
tiempo después que él mismo se volvió a Dios, dedicándole su vida entera.
EN EL
CAMINO DE DIOS:
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Un día de febrero de 1810, las palabras “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio” se transformarían en
un mensaje tan claro y fuerte como una voz audible. Ese mismo día consagró su
vida respondiendo al llamado al oriente. Más lo primero que pensó fue en el
Medio Oriente, en Palestina, para trabajar con los judíos. Finalmente el camino
lo llevaría a Birmania.
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Se le ofreció en ese mismo tiempo un puesto en el cuerpo docente
de la Universidad de Brown, invitación que él rechazó.
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Sus padres le instaron a que aceptase hacerse pastor asociado con
el Dr. Griffin en la iglesia de la calle Park, que era en ese entonces «la
iglesia más grande de Boston». Pero
él también lo rechazó.
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Cuando su madre y hermana, con muchas
lágrimas, le recordaban los peligros de una tierra pagana, contrastándolos con
las comodidades del campo doméstico, volvió a verificarse la antigua escena del
libro de los Hechos. «¿Qué hacéis
llorando y afligiéndome el corazón?, porque yo no sólo estoy presto a ser
atado; más aún: a morir en la India por el nombre del Señor Jesús».
MATRIMONIO:
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«Ataría a mi hija a una
casilla postal antes que dejar que se case con ese misionero», decía toda
la ciudad acerca de Adoniram cuando él estaba buscando una esposa.
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Adoniram puso sus ojos en una joven llamada Ann Hasseltine. Seis
meses antes de salir para India, Judson escribió una carta al padre de ella,
pidiéndole su hija.
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En parte de la carta decía: «Deseo
preguntarle si usted puede consentirme partir con su hija la próxima primavera,
para no verla nunca más en este mundo; si usted aprueba su ida y su
sometimiento a las penalidades y sufrimientos de la vida misionera; si usted
puede consentir en su exposición a los peligros del océano, a la influencia
fatal del clima del sur de India; a todo tipo de necesidad y dolor; a la
degradación, a los insultos, a la persecución, y quizás a una muerte violenta.
¿Puede consentir usted en todo esto, por causa de Aquel que abandonó su morada
celestial, y murió por ella y por usted; por causa de las perdidas almas
inmortales; por causa de Sion, y la gloria de Dios? ¿Puede usted consentir en
todo esto, en la esperanza de encontrarse pronto a su hija en la gloria, con la
corona de justicia, gozosa con las aclamaciones de alabanza que tributarán a su
Salvador los paganos salvados –por su intermedio– del infortunio y la eterna
desesperación?».
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Increíblemente, el padre dijo que ella debía decidir por sí misma.
Ella escribió a su amiga Lydia Kimball: «Me
siento deseosa y expectante, si nada en la Providencia lo impide, pasar mis
días en este mundo en las tierras de los paganos. Sí, Lydia, tengo la
determinación de dejar todas mis comodidades y goces aquí, sacrificar mi afecto
a los parientes y amigos, e ir donde Dios, en su Providencia, tenga un lugar
para establecerme». Adoniram y Ann se casaron.
RUMBO AL
ORIENTE:
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Se embarcaron con rumbo a la India en 1812. Su travesía duró
cuatro meses. Llegaron a Calcuta en el verano de 1812. Pero recibieron órdenes
perentorias del gobierno británico de que dejaran el país inmediatamente.
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Volvieron a la Isla de Francia. Pero con una determinación
invencible, volvieron a la India, llegando a Madras en junio del año siguiente.
De nuevo fracasó su propósito y de nuevo les fue ordenado que se fuesen del
país.
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Ellos decidieron irse a Rangún, Birmania (hoy Myanmar).
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William Carey, el gran misionero que por ese tiempo vivía en la
India, les advirtió que no fuesen allí, pues era un país cerrado, con un
despotismo anárquico, rebelión constante e intolerancia religiosa. Además,
estaba el triste récord de que todos los misioneros anteriores habían muerto.
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Con sólo escuchar uno podía desanimarse, pero los Judson
determinaron que iban a aprender el idioma. Finalmente decidieron preparar su
propio diccionario y gramática.
LA CÁRCEL
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Un día, mientras Judson trabajaba en la traducción de la Biblia al
birmano, dos policías llegaron a la casa. Ellos habían visto a Adoniram entrar
a un banco británico por la mañana y asumieron que él era un espía inglés.
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A Judson lo llevaron a la cárcel, mientras que Ann fue puesta bajo
custodia militar estricta.
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El misionero había traducido al birmano, con mucho trabajo, todo
el Nuevo Testamento y, cuando fue apresado, su esposa enterró el manuscrito en
el fondo de su casa. Pero llegó el otoño y en Birmania (Myanmar) llueve mucho, se
iba a echar a perder. Entonces su esposa hizo una almohada grande y gruesa,
metió adentro el Nuevo Testamento y se lo llevo. Entonces los carceleros le robaron su almohada. Cuando Ann se enteró,
hizo otra mucho más linda y más atractiva, y le ofreció al carcelero de
cambiársela, cosa que éste aceptó con agrado.
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Judson era norteamericano, aun así los birmanos lo consideraban
como si fuera un espía inglés. Pero para sorpresa de Judson, cierto día fue
convocado para servir de traductor e intermediario entre los birmanos e
ingleses.
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Tan pronto como estuvo fuera, corrió a su casa, ya que su esposa
no lo visitaba desde hacía un tiempo. La encontró gravemente enferma. Pronto
moriría.
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Finalmente se firmó la paz y Judson pudo dedicarse plenamente a
predicar el Evangelio y a trabajar sobre la traducción de la Biblia.
RECOGIENDO FRUTOS
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Seis años después de su arribo a Birmania, bautizaron a su primer
convertido, Hamhung Nau. La siembra fue larga y dura. La siega aún más, durante
años.
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Pero en 1831 había un nuevo espíritu en la tierra. Judson
escribió: «La búsqueda de Dios se está
extendiendo por todas partes, a lo largo y ancho del territorio. Hemos
distribuido casi 10.000 tratados, dándolos sólo a aquellos que preguntan. Muchos
han venido a pedir consejo. Algunos han viajado dos o tres meses, de las
fronteras de Siam y China, para decirnos: ‘Señor, hemos oído que hay un
infierno eterno, y tenemos miedo de él. Dénos un escrito que nos diga cómo
escapar de él’. Otros, de las fronteras de Kathay: ‘Señor, nosotros hemos visto
un tratado que habla sobre un Dios eterno. ¿Es quien regala tales escritos? En
ese caso, le rogamos nos dé uno, porque queremos saber la verdad antes de que
muramos’. Otros, del interior del país, donde el nombre de Jesucristo es un
poco conocido: ‘¿Es usted el hombre de Jesucristo? Dénos un escrito que nos
hable sobre Jesucristo’».
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Durante los seis largos años que siguieron a la muerte de Ann,
trabajó solo, hasta que finalmente se casó con Sarah Hall Boardman, la viuda de
otro misionero.
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Judson perseveró durante veinte años para completar la mayor
contribución que se podía hacer a Birmania: la traducción de la Biblia entera a
la propia lengua del pueblo.
DE VUELTA EN SU TIERRA
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Después de trabajar con tesón en el campo extranjero durante
treinta y dos años, y para salvar la vida de Sarah. No obstante, en vez de
mejorar de la enfermedad que sufría, ella murió durante el viaje. Así llegó
Judson a su tierra: solo y enlutado. Grandes multitudes venían para oírlo predicar.
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Judson sólo tenía una pasión: volver y dar su vida por Birmania.
Su estancia en los Estados Unidos fue breve. Duró el tiempo suficiente para
dejar a sus hijos establecidos y encontrar un barco de retorno.
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Todo lo que quedaba de la vida que él había conocido en Nueva
Inglaterra era su hermana. Ella había mantenido su cuarto exactamente como
había sido 33 años antes y haría lo mismo hasta el día en que ella murió.
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Para asombro de todos, Judson se enamoró por tercera vez, esta vez
de Emily Chubbuck, con quien se casó el 2 de junio de 1846. Ella tenía 29 años;
él 57. Ella era una escritora famosa y había dejado su fama y su carrera para
ir con Judson a Birmania. Llegaron en noviembre de 1846. Y Dios les dio cuatro
de los años más felices que cada uno de ellos había conocido. Los últimos
destellos del otoño En su primer aniversario, 2 de junio de 1847, ella
escribió: «Ha sido lejos el año más feliz
de mi vida; y, lo que aún es a mis ojos más importante, mi marido dice que ha
sido el más feliz de su vida. Yo nunca he visto otro hombre que pudiese hablar
tan bien, día tras día, sobre cualquier tema, religioso, literario, científico,
político, y – sobre bebés».
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Ellos tenían un hijo, pero entonces los viejos males atacaron a
Adoniram por última vez. En su miseria él era despertado de vez en cuando por
un dolor tan terrible que acababa vomitando. Una de sus últimas frases fue: «¡Cuán pocos hay que mueren tan duramente!».
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Pasadas las 4 de la tarde del viernes 12 de abril de 1850,
Adoniram Judson murió en el mar, lejos de toda su familia y de la iglesia
birmana. Fue sepultado en el océano. «La tripulación se reunió en silencio. No
hubo ninguna oración. El capitán dio la orden. El ataúd resbaló a través de un
tablón hasta las aguas, a sólo unos cientos de millas al oeste de las montañas
de Birmania. Diez días más tarde, Emily dio a luz a su segundo hijo, que murió
al nacer. Ella supo cuatro meses después que su marido estaba muerto. Volvió a
Nueva Inglaterra y murió de tuberculosis tres años más tarde, a la edad de 37
años.
LA PLENITUD DEL HOMBRE EN CRISTO
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Emily cuenta que, durante su última enfermedad, ella le leyó la
noticia de cierto periódico, referente a la conversión de algunos judíos en
Palestina, justamente donde Judson había querido ir a trabajar antes de ir a
Birmania.
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Esos judíos, después de leer la historia de los sufrimientos de
Judson en la prisión de Ava, se sintieron inspirados a pedir también un
misionero, y así fue como se inició una gran obra entre ellos. Al oír esto, los
ojos de Judson se llenaron de lágrimas.
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Durante los últimos días de su vida habló muchas veces del amor de
Cristo. Con los ojos iluminados y las lágrimas corriéndole por el rostro,
exclamaba: «¡Oh, el amor de Cristo! ¡El
maravilloso amor de Cristo, la bendita obra del amor de Cristo!».
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En 1850, el año de su muerte, había sesenta y tres iglesias y más
de siete mil bautizados. Un biógrafo comenta respecto de Adoniram Judson: «Él
tenía 24 años cuando llegó a Birmania, y trabajó allí durante 38 años hasta su
muerte a los 61, con un solo viaje a casa de Nueva Inglaterra después de 33
años. El precio que él pagó fue inmenso. Él fue una semilla que cayó a tierra y
murió. Él «aborreció su vida en este mundo» y fue una «semilla que cayó a
tierra y murió». En sus sufrimientos, «llenó lo que estaba faltando de las
aflicciones de Cristo» en la inalcanzable Birmania. Por consiguiente, su vida
llevó mucho fruto y él vive para disfrutarlo hoy y siempre. Él podría, sin
ninguna duda, decir: «Valió la pena».
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En la ciudad de Malden, Massachussets, hay un recordatorio que
dice:
In Memoriam Rev. Adoniram Judson Nació el 9 de Agosto de
1788. Murió el 12 de abril de 1850. Lugar de nacimiento: Malden. Lugar de
sepultura: El océano. Su obra: Los salvos de Birmania y la Biblia birmana. Sus
memorias: Están en lo alto.
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