UN
HÉROE MENOR AL HÉROE PROMEDIO
Si alguna vez ha tenido dificultad al
creer que Dios usa hombres y mujeres comunes y ordinarios de un compromiso no
común para convertirse en héroes de la fe, simplemente considere los comienzos
humildes e incluso taciturnos de William Carey.
Este misionero inepto ahora es conocido
como el “Padre de las Misiones Modernas.” No fue grande, ni alguna vez
quiso ser grande. Su gran ambición fue ser jardinero, pero tuvo alergias y se
convirtió en zapatero. A la edad de veinticuatro aceptó pastorear una iglesia
que era tan pequeña que tenía que trabajar para sustentarla.
Cuando decidió ofrecerse a las
misiones, no había una misión que lo enviase, su congregación no pensaba que
debería ir, su padre pensó que estaba loco y su esposa rechazó acompañarlo. Tenía todos los elementos de un real perdedor.
Para colmo de males, en su primer viaje a la India ni siquiera pudo salir de Inglaterra
debido a problemas de dinero y la falta de una licencia de viaje. Cuando finalmente
llegó a la India, no le gustó a la East India Company que estuviese allí y lo mandó
al interior.
Su esposa no estaba feliz con las
condiciones de vida y con su decisión de ser misionero. Finalmente perdió el juicio
y murió, así como su hijo de cinco años, Peter. Después de varios años en Bengala,
ni una sola persona había aceptado el mensaje acerca de Dios traído por este extraño
foráneo.
También fue un padre pobre, que era
tan tímido como para disciplinar a sus hijos. Su segundo matrimonio molesto tanto
a los otros misioneros que hicieron circular una petición en contra de éste.
Sin embargo, fue algo bueno que se casase porque sus hijos necesitaban una mano
fuerte y él necesitaba una enfermera para sus enfermedades frecuentes.
Algunos de los primeros trabajos de
traducción de Carey fueron de tan pobre calidad que el director de la misión lo
regañó por sus errores de ortografía y su pobre puntuación. La crítica era válida, y carey incluso
encontró que algo de su trabajo de traducción era incomprensible para la gente
local.
Y luego vino la decepción mayor: Después
de diecinueve años de trabajo de traducción, todos sus manuscritos se quemaron
en un incendio del depósito. El trabajo de su vida se lee como una comedia de
errores. Sus únicas características redentoras reales eran una personalidad
persistente, un comportamiento agradable y un profundo compromiso de compartir
la Palabra de Dios con la gente que estaba muriendo sin ella.
Sólo Dios pudo usar a un hombre como
Carey para hacer algo significante. Si Dios pudo hacer algo con este hombre
inepto e inculto, cargado con una esposa descontenta, hijos rebeldes y
decepciones constantes, podría usar a cualquiera de nosotros. Y lo hace. Para
cuando Dios se llevó a Carey, había traducido toda la Biblia en bengalí,
sánscrito y marati. Tradujo el Nuevo Testamento y algunas otras porciones de la
Biblia en otros idiomas, además de producir un diccionario y libros de
gramática. ¡Y eso fue solo su trabajo de traducción!
También fue un ávido evangelista y plantó
muchas iglesias locales. Fue usado para comenzar escuelas y cambiar las atroces
prácticas indias, como el quemar a las viudas
y el asesinar a los niños. Sin embargo, en todos los otros
asuntos, mostró gran respeto por la cultura india y no trató de volverlos como
del occidente.
Su meta fue establecer una verdadera
iglesia local que se propague, gobierne y sustente por sí sola. Él le dio las Escrituras
a la gente en su propio idioma y permitió que los predicadores nativos edifiquen
su iglesia.
Sus logros habrían sido asombrosos si
hubiese sido un gigante intelectual y administrativo, lo cual no era. Que haya
podido lograr tanto ante el rostro de la posición aplastante, la decepción
personal y los reveses interminables, sin computadoras, correo electrónico,
aeroplanos o prensa es difícil de creer. Es creíble sólo porque estaba comprometido a
servir a Dios que es especialista en obrar a través de hombres débiles.
‘La Gran Omisión’, Steve Saint
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